2022/Política

QUÉ SE JUEGA COLOMBIA EN EL 2022. EL CENTRO Y EL JUEGO DEL CALAMAR

¿QUÉ SE JUEGA COLOMBIA EN EL 2022?

EL CENTRO Y EL JUEGO DEL CALAMAR.

(I)

Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD
Grupo Presidencialismo y Participación
Presidente de la IGS-Colombia.|

“Para mí era claro que acabábamos de franquear la frontera entre democracia y dictadura. La nuestra era la dictadura del crimen organizado aliado con la política y la corrupción.” Ingrid Betancourt, Una Conversación pendiente. En ET, 29/08/21, p. 2.3.

“Yo creía más en la tesis de una cooperación narcoparamilitar, con esa mano negra de la que hablaba Hernán Echavarría. No comparto la opinión de Ingrid sobre ese tema, y creo, usando la misma pregunta de “quién se beneficia,” …no había un beneficio directo para Samper o para Serpa.” Juan Manuel Santos, Op cit., en ET, 29/08/21, p. 2.3.

“En conclusión, el mundo está atravesando una extraña época en la que se combinan cuellos de botella de corto plazo con cambios fundamentales de largo plazo.” Ricardo Ávila, Dolores de crecimiento, ET, 10/10/21, p. 1.27.

En un libro de reciente aparición, Juan Carlos Torres, el escritor de cabecera del expresidente Andrés Pastrana, y otras tantas figuras de la política, publicó el 1o. de septiembre, Una conversación pendiente, donde escogió dos interlocutores muy especiales para hablar de Colombia en presente. Para ser más precisos, del último cuarto de siglo contado a partir de 1996.

Los protagonistas de la primera línea oligárquica son, ni más ni menos que, una pareja de enfants terribles, díscolos e innovadores: Ingrid Betancourt, la censora más dura de las ejecutorias de las Farc-Ep, durante la negociación de San Vicente del Caguán, y Juan Manuel Santos, el firmante de los Acuerdos de paz de 2016, con la principal insurgencia subalterna de Colombia de los últimos cincuenta años.

En la parte del libro del periodista Torres que divulgó el diario de Luis Carlos Sarmiento Angulo, el centro de interés se centra, en apariencia, en el asesinato de Álvaro Gómez, y la responsabilidad o no en su “magnicidio” por parte del expresidente Ernesto Samper. Ante el hecho de su explícita exculpación por parte de la confesión que rindió Lozada, del secretariado de las ex Farc-Ep, responsabilizando a su organización del asesinato perpetrado.

Es importante tomar en cuenta estas dos voces, porque una y otro encarnan los más lúcidos dirigentes de la oligarquía colombiana, quienes han entendido la realidad del momento político nacional, como uno en que la disputa se trasladó al ámbito de la hegemonía, y que ya no es más el campo de batalla el territorio que resuelve la contradicción principal que permite o impide que la oposición progresista sea al fin gobierno.

Betancourt y Santos, en apariencia, de nuevo, fijan sus miradas y su esperanza en el centro político. Ninguno se atreve a nombrar a Gustavo Petro más de lo necesario, pero ambos reconocen que el régimen para-presidencial es un obstáculo, sin llamarlo de ese modo, que haga posible que el centro derecha o izquierda triunfe. Aunque Ingrid ubica bien, en la presidencia de Ernesto Samper el arranque del experimento del régimen para-presidencial, que en sus palabas está marcado por el asesinato de Álvaro Gómez, el contradictor principal del presidente.

Este episodio muestra la otra cara de la Constitución de 1991, que le apostó a consagrar constitucionalmente la vía neoliberal de la economía. A cinco años de su vigencia había puesto en movimiento la protesta armada y desarmada de los subalternos. Para reprimirlos se había montado el laboratorio paramilitar en la gobernación de Antioquia, con Álvaro Uribe y Pedro Juan Moreno como sus organizadores, y los departamentos de Antioquia y Córdoba como sus laboratorios.

A treinta años de su existencia, el principal contradictor del bloque de la dominación oligárquica, Gustavo Petro, defiende lo que de progresivo queda en la Constitución de 1991. Mientras que la reacción, con el binomio Duque/Uribe por todos los medios a su alcance quieren hacer trizas la promesa de la igualdad social, que habilitaría las acciones de reforma en el caso que el triunfador fuera el candidato de la oposición.

De ahí que sea sintomático, indicativo, que Ingrid y Juan Manuel, a su manera, conversen sobre el presente político de Colombia, sin que destapen las cartas del todo, todavía. Los dos juegan al póker, y no quieren descubrir los ases. Metámonos a ese casino para mostrar las cartas, y, en cierto modo, anticipar las manos posibles.

Las mieles del extractivismo

“Las cotizaciones del petróleo se han duplicado, mientras que las del carbón se han multiplicado por cinco con respecto a hace 12 meses – a más de 200 dólares la tonelada…” Ricardo Ávila, ET, 10/10/21, 1.27.

“…la mejor dinámica del comercio internacional, en medio de la fuerte escasez de contenedores, hizo que al corte de agosto las exportaciones de Colombia sumaran 3.318 millones de dólares, para un aumento de 28,4 por ciento frente a igual mes de 2020, número que también superó, en 1,7 por ciento, el registro del mismo mes en 2019, cuando las ventas fueron de 3.264 millones de dólares.” Redacción de economía y negocios. Señales, en ET 10/10/21, p 1.26.

Al mismo tiempo, después de prenderse las alarmas de la economía colombiana, y atribuir la situación a la pandemia, y luego a la protesta de los más, jóvenes, mujeres, y pobres volcados en calles y plazas, protagonistas del estallido social, para exigir atención al drama que padecían y padecen. Luego de haberse hundido la contrarreforma económica y con ella su padre putativo, Alberto Carrasquilla es un hecho aceptado por todas las autoridades y estudiosos en la materia, que Colombia crece.

Es la sorpresa del economista José Antonio Ocampo, profesor de Columbia: “Es una coyuntura totalmente inesperada.” Entre otras cosas, porque el extractivismo vuelve a tener un segundo tiempo, con la subida en los precios del petróleo, y, en particular, el carbón. Las divisas por esos conceptos están creciendo. El mismo BM señala para el país, que tendrá una expansión del 7,7, el JP Morgan 9, y Bancolombia indica que el crecimiento será de 9,6 por ciento en el año que corre.

En paralelo, local y globalmente se esgrime como contraargumento el fantasma de la inflación, que puede golpear de manera mucho más severa a las economías emergentes. Algunos hasta llegan a pensar en lo que ocurrió a comienzos de los 70, hace medio siglo, cuando se presentó el fenómeno de la estanflación que le dio carta de ciudadanía global al neoliberalismo como receta.

Ocampo, citado por Ávila, afirma que no repetirá la estanflación, o que, en todo caso, es muy reducido. Pero, a primera vista, preocupa a todos, y Colombia no es la excepción, no por las mismas razones, la transición energética que se vaya desprendiendo de los combustibles fósiles, lo que implicará significativas variaciones en los precios de la energía que ya empiezan a insinuarse en el mundo desarrollado, y, con todo, las fuentes más inmediatas siguen siendo los tradicionales carbón, petróleo y gas.

Todo lo anterior pone en guardia a los consumidores, a quienes no se les puede contener con el argumento de la pandemia, y las restricciones que a la libertad ésta entraña. Tal y como se ha visto primero, en forma violenta en Italia, con las protestas masivas contra el “green pass,” que por lo pronto lidera el neofascismo.

Con todo, la gente moviliza su descontento, cuando ve que su dinero tiene menos poder adquisitivo, con las consiguientes consecuencias electorales para los sectores medios que cambian sus lealtades circunstanciales, y votan otros candidatos. A la vista están los casos recientes de Italia y de Alemania, en particular.

El encuentro entre economía y política

“Sin duda, la construcción de edificaciones se ha convertido en uno de los pilares fundamentales en la reactivación del país y seguirá jalonando la recuperación.” Jonathan Malagón, ministro de vivienda.

 En Colombia, el candidato más opcionado de la oposición, Gustavo Petro, insiste en la urgencia del cambio de modelo económico, salir del extractivismo; y no como algo que ocurrirá en años. A contramano de estas exhortaciones y promesas, la Agencia Nacional de Hidrocarburos suscribe 4 nuevos contratos de exploración, con una inversión de casi US$ 1.400 millones.

De otra parte, el presidente de la Drummond, José Miguel Linares no oculta su alegría, para decir que “el momento es bueno y hay que aprovecharlo”. ¿Por qué? La extracción de carbón llegará a 60 millones de toneladas, esto es, con un incremento del 20 por ciento en comparación con el año 2020.

A su turno, el Dane acredita que la producción industrial creció en julio un 10,1 por ciento real frente al mismo periodo de hace dos años; y las ventas a un ritmo de 10,6 por ciento bienal. También la vivienda viene creciendo, como lo informa el ministro de vivienda Jonathan Malagón. Se ha roto el récord de venta de vivienda, y empleó para agosto a más de 1 millón de personas, con un incremento de 142.000 empleos más que en igual mes de 2020.

Todo lo anterior sumado en el presente coloca el crecimiento del país en 2021, para América Latina y el Caribe, por encima de México, Brasil y Uruguay, y por debajo de Perú, Chile y Panamá. En dinero, esto se traduce en que Colombia va a producir 19 billones más de lo que se calculaba hasta junio, cuando se pronosticaba un crecimiento del 5,9 por ciento. Ahora que la revisión del BM lo subió 1,8 por ciento más. Eso sí, la inflación no para, y en septiembre iba en 4,51% anual.

¿Qué efectos puede tener la mejora económica en las posibilidades de la oposición para derrotar al candidato de la reacción y la derecha? Sin duda, el que las encuestas hayan parado alrededor del 30%, en la favorabilidad para Petro, según las mediciones del último trimestre guardan una cierta relación con lo que viene pasando en la economía. Habida consideración que las mediciones, de modo general, auscultan las expectativas de los diversos sectores que componen la clase media.

Ahora bien, la clase media será decisiva tanto en los resultados de la primera como la segunda vuelta. La presencia de nuevos contingentes de votantes, derivados de la pésima política social, y los beneficios descarados para el capital financiero, que se convirtieron en el combustible del ciclo de protestas que arrancan desde 2018, y se precipitan a partir del 29 de abril durante 2 meses de sostenida movilización y deliberación, no están organizados de modo efectivo.

Tampoco es suficiente la convocatoria de Petro en las grandes plazas que comenzó en Barranquilla para equilibrar las cargas. Se trata de cubrir la brecha de alrededor de 3 millones de votos que tendrá que remontar. Partiendo de los 8 millones obtenidos cuando perdió ante el candidato de la reacción.

Por esas razones, la interpelación al centro, y en particular, a la Alianza Verde es definitiva. De ahí que convenga darle un vistazo crítico a lo que está pasando con este partido, con base en los últimos desarrollos conocidos.

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