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Colombia: el amor triste de Fernando Vallejo

Colombia: el amor triste de Fernando Vallejo

 A propósito de Escombros

«El odio es amor triste» Gonzalo Curiel

Por Héctor Peña Díaz

Un mundo cae a pedazos, unos pies se arrastran entre la demolición que el tiempo hace de una vida. Ya no es el maduro Fernando de La Virgen de los sicarios el que regresa a Medellín, ahora el que vuelve es un viejo al borde de los ochenta, un Quijote que desfizo agravios y enderezó entuertos con su pluma. La muerte de David Antón, su compañero de toda una vida, deja la rueda de Vallejo sin eje y esta comienza a girar enloquecida en un monólogo de casi doscientas páginas. Lo ideal es llegar al final de los días bajo la luz de un sol apacible que lentamente se vaya perdiendo en el horizonte. Sin embargo, el destino, muchas veces, guarda en su cubilete palomas sangrientas como las enfermedades disruptivas y catástrofes de toda clase que vuelven añicos lo que se ha cuidado tantos años. Como, por ejemplo, el terremoto en México que dejó la vivienda de Vallejo y Antón en ruinas y destruyó minuciosamente cientos de objetos bellos que los dos habían acumulado durante casi cuarenta años. Vallejo con su perra Brusca (la encontró abandonada en una calle de la colonia Condesa) regresa a una Colombia que parece no dirigirse a ninguna parte y como si estuviera en uno de los círculos del infierno, describe los miasmas de odio e indiferencia que la agobian desde tiempos sin memoria. Vuelve a Medellín y se aposenta en una casa del barrio Laureles. Si no conociera a Vallejo diría que es un hombre amargado, que destila veneno como una víbora escondida en un matorral. Muchos de sus detractores lo tildan de grosero, antipatriota, resentido etc., etc.; el hombre que escribe o el que perora no está para congraciarse con nadie, es una voz que como un martillo a medianoche no deja dormir a las gentes feas en que se han convertido una buena parte de los compatriotas. Me pregunto: ¿qué tanto hay del propio Vallejo en el personaje que habla en sus libros? La paradoja es que él que critica la narración en tercera persona como inauténtica, utiliza la primera persona para camuflarse. Muchos de sus lectores confunden al autor con el personaje de sus libros. Vallejo no es un francotirador que se acomoda en una azotea, escoge un blanco y maniobra delicadamente la mira y el gatillo para no fallar en el tiro. Mas bien parece un borracho que dispara a diestra y siniestra y de repente una bala perdida hiere un burro. Vallejo dice que hay cientos de razones para no querer esta tierra maldita donde la muerte se ha convertido en la moneda de cambio. Y si eso es así, en su lógica perversa y traviesa, lo que faltaría es más muerte: hay que matarlos a todos, empezando por sus lectores que aplauden sus tonos desafinados y carecen de la sensibilidad para oír el río de humanidad que fluye en el fondo de sus páginas. Vallejo se repite con frecuencia en sus libros, de diatriba en diatriba ha elaborado una obra desigual, pero de una singularidad que solo logran muy pocos escritores. El inventario de calamidades y desafueros puede ser inagotable. Vivir en Colombia es estar expuesto a convertirse en lo que uno denuncia. Si se tomara literalmente a Vallejo estaríamos frente a un racista, misógino, reaccionario a más no poder, una especie de anarquista conservador. A pesar de que no deja títere con cabeza, el sistema lo tolera y lo promueve porque sabe que no hay nada más rentable que echar estiércol en el ventilador para que salpique a todo el mundo. Raza de asesinos y ladrones, corruptos y estafadores, no pasa nada, las responsabilidades se diluyen, la culpa es de nuestra naturaleza violenta y torcida, así que cualquier iniciativa para transformar las cosas está destinada al fracaso. Los frutos podridos de una experiencia colectiva, los efectos colaterales de un sistema económico implacable con los débiles, los millones de pobres que pasean su sed de justicia, las taras de una “modernidad postergada”[1] que se expresaría en fenómenos como el fulanismo (usted de qué familia es, usted no sabe quién soy yo), el clientelismo (cómo voy yo ahí; hoy por mí, mañana por ti), la intolerancia (cállese, mate a ese hp). Todo eso lo ve Vallejo como si fuera culpa de las gentes sufridas y obedeciera a una maldad intrínseca de la criatura humana. Jamás se le ocurre pensar que el modelo social es una fabrica que produce a diario injusticia. Vallejo en el fondo es un moralista que todo lo reduce a un cajón de deberes, un beato laico que vocifera sus herejías, un profeta que navega en la espuma de los defectos de las gentes y nunca bucea en sus aguas profundas. Pero no lo juzguemos mal. Vallejo, como un buen bolerista, sangra por la herida, la herida de ser de aquí y vivir en una tierra de tanta ignominia, la impotencia frente a la barbarie. Su retórica, sus admoniciones insistentes, son la expresión de ese “amor triste” que siente por Colombia. En país donde el eufemismo es el rey: pompis por trasero (sería mejor por culo porque si no pecaría de lo que denuncio), falsos positivos por crímenes de Estado, migrantes por desplazados, bajas por personas asesinadas, estratos por clases, clase dirigente por empresa criminal, hay que agradecerle a Vallejo su modo directo y sin remilgos de decir la cosas, de denunciar y señalar con el dedo acusador las lacras que nos carcomen y los demonios que nos gobiernan. Hay que leer la obra de Fernando Vallejo, especialmente, El mensajero, una magnífica y original biografía de Porfirio Barba Jacob; Los días azules esas bellas memorias de infancia y El desbarrancadero, una novela desgarradora del amor fraterno. Hará falta cuando ya no esté en este moridero para seguir sus palabras.


[1] Expresión que se le debe al profesor Rubén Jaramillo Vélez y que alude al hecho de que Colombia entró tarde al proceso de modernización, entre otras por la influencia de la contrarreforma española y la persistencia de las formas feudales en las relaciones sociales.

Un pensamiento en “Colombia: el amor triste de Fernando Vallejo

  1. Excelente artículo… Vallejo es nuestra voz de dolor, desesperanza y pesimismo, por estar bien informados de lo que ocurre tras bambalinas entre los poderosos en Contra de Colombia territorio y sociedad!!!!

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